El spinner no se pensó como juguete. Pero eso no ha importado a los escolares de medio mundo que han decidido que sí lo es, de hecho, muchos tienen uno, girando constantemente en su mano. Y cuando los vemos con él, quizás pensemos en el juguete que marcó nuestra generación: tamagochis, tazos, pulseras de goma, furbys… que se combinaba con los de siempre, los que por misteriosas razones reaparecían una y otra vez generación tras generación: canicas, peonzas, el cubo de Rubik… Ahora nos resulta incomprensible cómo un juguete sucedía a otro en el patio, pero seguro recuerdas cómo tenías que estar atento para no perder paso y quedarte fuera de juego. Atento para hacerte con tus canicas, suplicar para que te compraran un tamagochi, para aprenderte el último truco con la peonza -y sin tutorial de YouTube que te enseñara-. No entendemos qué tiene de especial el spinner, pero tampoco entendíamos por qué esta semana tocaban tamagochis y la siguiente, peonzas. Es noticia porque todos lo están usando.

Quizás te estés sintiendo mayor recordando esto. Pero si lo piensas detenidamente, no hemos cambiado tanto, no nos cae tan lejos este comportamiento. Ya no acumulamos canicas, peonzas, tazos… pero sí redes sociales, apps, playlists en Spotify… También nosotros nos cansamos enseguida de lo que tenemos entre las manos, a golpe de ratón, y buscamos la novedad, algo que nos haga sentir que estamos a la última. Puede que ni siquiera nos esté importando ahora entender por qué esta red social sí y esta no, por qué esta app es imprescindible y aquella está pasada. Quizás porque asumimos desde bien pequeños que lo importante es estar a la última, y no quedarte con el juguete, -la red, la app- que te gusta si no con la que todos están usando. Seguir el ritmo que nos marcan en el recreo, sin parar a pensar.

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