Los niños están todo el día delante de la pantalla, nos dicen los más mayores –y no tan mayores–, cada vez más aislados y sin amigos reales. No era así en otros tiempos, cuando en la calle se iban forjando amistades, se hacía deporte, se ganaban habilidades sociales y se iba conociendo el mundo… el mensaje de fondo en definitiva es que antes el mundo era más sencillo, sí, pero también más cálido y humano.
O no. Internet –decir esto ya es un tópico– es capaz de las mejores y las peores cosas. Quizás es que en el fondo pensemos que las generaciones que vienen por detrás se están perdiendo experiencias que nosotros sí hemos tenido, y por eso hemos salido tan estupendos. O nos empiece a pesar ya esa sabiduría de los años que nos hace establecer categorías de lo bueno y lo malo, lo que conviene y lo que no. Como decía Mafalda, quizás ya estemos inmersos en las ‘adulteces’. Y por el camino nos hemos dejado la capacidad de explorar, de experimentar, de tentar a la suerte.
Ahora la calle en la que jugar se llama Fortnite. Que sí, que es un juego violento, de pegar tiros y acabar con los rivales. Pero que no es solo eso. También es el espacio público en el que interactuar con los compañeros de clase, en el que intercambiar mensajes y conocer mejor a los amigos. Estoy convencido de que el mejor modo de conocer a alguien es jugar a algo con él, en el juego sale la realidad de lo que somos. También en internet, aunque la tentación de la máscara sea más visible. Pero no olvidemos. Las máscaras y falsas identidades no las inventó internet. Incluso bien pensado, es más fácil desenmascarar a alguien que engaña por internet, porque siempre deja huella…
Y como espacio en el que compartir y comunicarse, también tiene espacio para que saquemos nuestra peor cara. No solo engañando. También insultando al que nos vence, o al ‘pringado’ que no lo hace. Comparando quién tiene más puntos y humillando al que no. Porque sí. En internet también nos comportamos como en la calle. Si antes comparábamos quién tenía las últimas deportivas de marca, ahora va de quién tiene la mejor skin o arma. Pero el mecanismo es el mismo. Porque, aunque la realidad sea ‘virtual’, sigue siendo realidad. En la que nos comportamos como humanos, capaces de lo mejor y de lo peor.
No, Fortnite, las redes sociales, internet en definitiva no nos hacen peores. Solo nosotros podemos ser peores… o mejores. Cada uno decide.