¿Nos queda algo más que tirarnos de los pelos? Desde luego que sí. ¡Qué gran mes el de Junio! Tanto en cantidad, porque 30 días no son ninguna tontería a estas alturas del año, como en calidad, porque junto con Enero está cargado de sabiduría. Tengo que reconocer que no me refiero a ese don del Espíritu (ojalá, porque no nos vendría nada mal), sino a esa sabiduría que desprenden nuestros apuntes y a la que nosotros, estudiantes universitarios, de módulos y de últimos cursos del colegio, recibimos con los brazos abiertos y con la cabeza llena de pájaros.
También derrochan sabiduría los despachos, consultas, comercios,… de aquellos que ven cómo inevitablemente se acercan las deseadas vacaciones y todo tiene que cuadrar. A veces eso requiere de gran habilidad para cortar de unos sitios y pegar en otros. Pero Junio es ese mes especial en el que todo se puede intentar. Intentamos aprender por ósmosis, reclinando la cabeza sobre nuestros apuntes. Intentamos que los trabajadores de las reprografías hagan de Junio su Agosto y colaboren en nuestra puesta al día. Intentamos también llegar a la meta al mismo tiempo que nos atamos los cordones de las zapatillas. Intentamos que aquello que empezamos en Octubre, quizá ya por segunda o tercera vez, en esta ocasión pase a la historia. Y ojalá intentáramos evaluar, hacer balance de cómo ha transcurrido este curso, al que miramos desde la mitad de esta empinada cuesta de la que se nos advierte en todas los manuales del camino.
Es verdad que son muchas las distracciones… Y ahora más que nunca, hasta para limpiar la habitación y el resto de la casa es buen momento.Pero también lo es para agradecer con nuestra responsabilidad que estemos aquí y que avancemos (despacio, porque el saber sí ocupa lugar) hacia un futuro que vamos eligiendo cada día entre teoremas, leyes, tratamientos y fórmulas. ¡Qué gran mes el de Junio! ¿Por qué no?