El oratorio El Mesías de Händel es una de las grandes catedrales de la historia de la música, capaz de conmover por sí mismo, y además lleno de matices que nos hablan de la fe. Aunque cualquier época es buena para ello, es tradición escucharlo en Navidad. Te propongo asomarte a esa música ahora, en Semana Santa.

La versión teatralizada (abstenerse puristas) que ofrece el Ensamble Matheus dirigido por Jean-Christophe Spinosi y con puesta en escena a cargo de Claus Guth permite una honda contemplación. La obra dura dos horas y media, con unas propuestas tremendamente sugerentes, unos cambios de escena espectaculares y un argumento que puede sorprender, pero lleno de lecturas posibles.

Si te parece mucho tiempo para dedicar al vídeo, al menos busca el minuto 1:09:30. Jesús, maletín en mano, entra en la sala donde un consejo de administración le espera. Al presentarles su propuesta –su Buena Noticia– la rechazan con desprecio mientras el contratenor canta:

Ofreció la espalda a los que le apaleaban,
las mejillas a los que le mesaban la barba;
no ocultó el rostro a los ultrajes ni a los salivazos.
(Is 50, 6)

Y a continuación repite el tema anterior, el demoledor:

Despreciado y evitado de la gente,
un hombre habituado a sufrir,
curtido en el dolor;
al verlo se tapaban la cara;
despreciado, lo tuvimos por nada…
(Is 53, 3)

Ese fue el proyecto que trajo Jesús. Y así es como lo recibimos: con burla, casi con indignación, como a una locura insensata. ¿Quién creyó su anuncio? ¿Quién meditó en su destino?

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