Desde su creación, la IA ha despertado mucho interés y entusiasmo, al mismo tiempo que ha generado gran preocupación entre los usuarios. Recientemente se ha conocido la creación de una moneda virtual por el fundador de Chat GPT, una de las IA más utilizadas. Para la compra de la moneda, se requiere de un escáner del iris a cambio de unos 150 euros de la persona interesada en adquirirla, lo que resulta insólito.
Estos avances plantean la urgente necesidad de entablar un debate legal y ético sobre el uso responsable de la IA lo más pronto posible, pues existen ciertas lagunas y características muy desconocidas por gran parte de los usuarios.
Entre estos temas farragosos que requieren atención, existen preocupaciones mayores en cuestiones como las posibles discriminaciones que podrían ocurrir al no responder con un trato equitativo, por la falta de transparencia y mal uso de los datos personales, o simplemente, con la responsabilidad, pues ¿quién sería el responsable de un fallo provocado por el uso de la IA?
Será importante llegar a buenas conclusiones, abordar los temas con valentía y establecer un régimen cuidadoso, sólido y con unos límites que permitan su uso, siempre y cuando pueda coexistir con un mundo humano y esté dirigida hacia el bien común donde la tecnología ayude y fortalezca la dignidad de la vida humana, sin dejar a nadie atrás.