Cuando en la mayoría de los países del mundo las principales noticias giran en relación a la Covid 19: vacunación, contagios y restricciones, Haití lo ha vuelto a hacer.

Haití ha vuelto a conseguir que, a pesar de que el número de casos y muertes esté aumentando y no se haya comenzado con la vacunación, haya una noticia más importante: la madrugada del 6 al 7 de julio fue asesinado el presidente de la República, Jovenel Moïse en su residencia de Puerto Príncipe; ataque en el que también resultó herida de gravedad su mujer, la Primera Dama.

De la mano del shock inicial, se suceden las preguntas: ¿ahora qué?, ¿quién ha sido?, ¿por qué?, ¿qué significado tiene?… El Primer Ministro llama a la calma, una calma inexistente en un país controlado por bandas armadas, con más de 18.000 desplazados internos por la situación de violencia y con las tasas de inseguridad alimentaria creciendo por semanas. Este asesinato concreta lo que ya estaba pasando en el país desde hace unos años: a los haitianos los están matando.

Ojalá en las calles de Haití el tema de conversación pudiera ser sobre el tipo de vacuna que les han puesto, o las discusiones sobre si cerrar o no el ocio, o las variopintas opiniones sobre el comportamiento de los jóvenes. Ojalá no volviera a ser noticia por la tragedia. Pero mientras lo siga siendo, por favor, acuérdate de Haití, piensa en sus más de 10 millones de habitantes, en cada una de esas personas que día a día viven una realidad incierta, inhóspita.

… hasta que un día sea titular el estallido de la mucha vida, belleza, arte, esfuerzo y bondad que habita en sus calles, y la PAZ y la posibilidad de futuro sea una certeza.

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