Quizás no hemos visto las imágenes más edificantes de Maradona en lo que llevamos de Mundial. Un hombre entregado al deporte en su juventud, que alcanzó las cotas más altas en este deporte, sin lugar a dudas. Pero que en estos últimos años no parece pasar por su mejor momento vital.
Los memes se han multiplicado, y todo el ingenio de las redes se ha volcado sobre las imágenes que los medios nos fueron regalando durante el Nigeria-Argentina del comportamiento del exfutbolista, que dejó mucho que desear, al menos en cuanto a deportividad se refiere. Si viste el partido, quizás te pareció, como a mí, que el foco de los medios se centraba más en el palco en el que estaba Maradona que en el terreno de juego. Y no fue un partido aburrido, precisamente.
Y es que parece que nos gusta ver cómo alguien se la pega. Más si es famoso. Nos gusta hacer leña del ídolo caído. No quiero referirme aquí tanto a los memes que se han publicado, y ese lugar común en el que se han convertido los límites del humor, como al hecho de que por televisión nos enseñaran esas imágenes. Porque, probablemente, en el estadio hubo algún comportamiento antideportivo más, además de en el palco. Y quizás se hubieran podido capturar más imágenes que hubieran sido carne de meme. Sin embargo, el foco estuvo puesto sobre Maradona. Porque es famoso, es cierto. Pero también, reconozcámoslo, porque esperaban que la liara, y eso merecía su espacio en el prime-time. Eran imágenes que se vendían solas.
Pero a mí se me quedaba un regusto amargo cada vez que lo enfocaban. Porque veía a una persona y pensaba en sus amigos y familia viéndolo en primer plano, pensaba en los buenos momentos que sobre el terreno ha regalado al mundo Maradona y me parecía que no era la mejor imagen que se podía ofrecer de él. Que realmente no merecía que le viéramos comportándose así en un Mundial. Es verdad que no apuntarle con la cámara no va a solucionar sus problemas. Pero tampoco le reporta más beneficio que verse como objeto de burla.
No se trata de apartar la mirada, se trata de mirar todo lo que ha sido y aportado, más allá del meme, más allá de su momento vital actual. Mejor quedarnos con su genialidad con el balón, con lo bueno que ha aportado a la sociedad sobre el terreno de juego. Y disfrutar con el fútbol más que con el palco. Que para eso el Mundial es cada cuatro años.