Este fin de semana, el Barça y el Atleti empataban en la octava jornada de liga; el “desafío independentista” seguía atrapado en respuestas monosilábicas en España; Austria celebraba elecciones legislativas, y un camión bomba cambiaba para siempre Mogadiscio, acabando con la vida de, al menos, 200 personas.
El impacto mediático, el tratamiento y la magnitud de estas cuatro noticias han sido tan diversos como, probablemente, inversamente proporcionales.
Que las fuentes de información en ocasiones desinforman, es un hecho. Pero no seamos el necio que mira el dedo en vez de la luna. No nos satisfagamos con la disculpa (tan real como fácil) de las carencias de los medios de comunicación y no nos refugiemos en el lamento porque “unas vidas valen más que otras”. Que tan importante es cómo accedemos a la información, como cómo la gestionamos.
Que tragedias como la que ha azotado la capital de Somalia este sábado no copen portadas, noticiarios, posts y tertulias, es una injusticia. Pero los trending topics, “lo más leído” y las conversaciones, las hacemos nosotros. Nuestro enfoque, nuestro interés y nuestro tratamiento, humanizan (o no) este tipo de noticias, del mismo modo que estas noticias nos humanizan (o no) a nosotros.
Que el dolor, la lejanía o la dimensión, no nos hagan mirar hacia otro lado. Que la medida en la que nos dejemos tocar, no dependa de la orientación de los medios que leamos. Que el modo de sentir, la manera de rezar y la forma de vivir, sean sólo nuestros, y nos permitan sabernos y ser humanidad.