Una de las consecuencias de avanzar en una profesión es que te cualifica para leer e interpretar la realidad a la que esa profesión hace referencia.
Los que estamos en lo agrícola y rural disfrutamos mucho cuando viajamos o vemos el campo y sabemos qué es lo que vemos y por qué y para qué están las cosas donde están: cultivos, riegos, máquinas, animales, plantas. Es lo nuestro y nos encanta conocerlo, y si hay algo desconocido o innovador haremos lo posible por enterarnos. Sabemos cuándo y cómo actuar, podemos tomar decisiones y finalmente somos capaces de producir alimentos sanos y respetando la Naturaleza. Un oficio bien aprendido es precioso, nos realiza como personas.
Lo mismo ocurre con el resto de profesiones, aunque no sean tan prodigiosas como la agrícola: el mecánico sabe leer e interpretar lo que ocurre debajo del capó de un coche, sabe tomar decisiones y ponerlo a punto si tiene problemas. El médico examina al paciente, ve las pruebas, diagnostica y pone tratamientos o interviene y su gran satisfacción es que el paciente vuelva a tener salud. Y así el resto de profesiones o dedicaciones: abogados, albañiles, profesores, estudiantes.
Con frecuencia debemos compartir varios oficios, además de agrícola has de saber cocinar o conducir, o cuidar los niños o lavar la ropa.
Pero hay una profesión que es irrenunciable para todos los que queremos tener una existencia plena. La podemos llamar «expertos en humanidad». Una especialidad que todos debiéramos ir adquiriendo en la vida. El experto en humanidad es el que sabe leer e interpretar a las personas con las que comparte la vida al nivel que sea: familia, amigos, compañeros de trabajo, contactos ocasionales; es el que sabe empatizar, escuchar, comprender, alegrar; es el que está más pendiente del otro que de sí mismo; es el que sabe ayudar de mil maneras, hablando, callando o sirviendo; es el que sabe estar con jóvenes y con mayores y tener una palabra para cada uno; es que sabe hacer que el otro se sienta único e importante; el que saca lo mejor del otro. Y esto no es la profesión del psicólogo; es otra historia. Experto en humanidad. Esta profesión sólo se alcanza con mucha atención, contemplación y con entrenamiento; no hay libros. Nuestro modelo de experto ni siquiera acabó la ESO: Jesús de Nazaret, un experto en humanidad; ahí podemos contemplar cómo se ejerce este oficio, que sin duda es el más importante de cuantos se nos encargan a lo largo de la vida. Tiene que ver con aquello de «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».