Tendemos a pensar que nuestra vida no va a cambiar. Que las personas que nos rodean van a estar siempre ahí, que más o menos sabemos lo que nos va a suceder, a qué nos vamos a dedicar el resto de nuestra vida, en qué gastaremos nuestro tiempo… Las sorpresas son para otros, para los que salen en la tele y escriben hilos en Twitter. De hecho, estamos tan escépticos a lo extraordinario que cuando alguien cuenta algo fuera de lo común en sus redes solemos calificarlo como invent, como inventado para darse importancia.

Quizás esta era la actitud de Meghan Markle, la protagonista de la más reciente boda real inglesa, cuando con 15 años se hizo una foto frente a Buckingham Palace. Ella era una turista adolescente más y si le hubieran preguntado en ese momento si quería formar parte de la familia real británica, quizás la respuesta hubiera sido una sonora carcajada. Más por lo imposible de la situación que por cualquier otro motivo.

Tendemos a pensar que controlamos nuestra vida. O que las decisiones las toman otros, y estamos casi programados. Pero lo que jamás se nos ocurre es que lo increíble tiene un espacio en nuestra vida, que aquellos sueños más irrealizables en nuestro hoy, pueden ser nuestra realidad más cotidiana en el futuro. Y es que realmente no sabemos lo que está por venir.

Quizás estés pensando que tú no te has casado con un príncipe y te has convertido en duque/duquesa y que por tanto esto no se te aplica. Pero haz el ejercicio de echar la vista atrás, a tus últimos diez años, por ejemplo. Piensa en los lugares que has visitado, la gente que has conocido, y reconoce la suerte que seguro has tenido en muchas situaciones. Y reconoce lo increíble que ha sido el viaje hasta el día de hoy. En lo más cotidiano, en esos pequeños detalles que han marcado la diferencia. Esas pequeñas luces, a veces deslumbrantes, a veces imperceptibles, que te han iluminado el camino hasta hoy.

Es cierto, es muy probable que no vivas en Buckingham Palace, pero eso no significa que no haya espacio para lo increíble en tu vida. Y más aún, no significa que nunca te vaya a pasar a ti, porque en realidad, reconócelo, no lo sabes.

Te puede interesar