No sé cómo será. Ese misterioso último instante en el que uno parece pasar, sin más, de la vida a la muerte. No vivo con miedo ni mucho menos pero reconozco en mí algo de morbosa curiosidad al pensar en ese momento en el que, llegada la hora, toca partir. Porque sí, aunque el mundo parezca a veces querer ocultárnoslo, la muerte forma parte de la vida.

No sé cómo será pero sí sé que no será un fracaso. Morir no es perder el juego de la vida. Morir no es caer en la batalla. Morir tampoco es el único argumento de la obra. Pero por muy asumido que lo crea tener la muerte sigue clavando su aguijón cada vez que veo irse a un ser querido. Qué fácil es saber las cosas y qué difícil es vivirlas. Porque sé que morir es parte de mi condición de criatura, como también lo es equivocarme o ser incapaz de hacer ciertas cosas. Y, sin embargo, por mucho que lo sepa me sigo descubriendo a menudo intentando dominar la vida, esforzándome en vano en ser señor de mi propia finitud.

No sé cómo será pero sí sé cómo espero que sea. Espero poder llegar a ese día después de una vida vivida contigo y como Tú. Haber vivido contigo en lo oculto, donde aparentemente no pasaba nada, confiando en que el Reino también brota aunque nadie se dé cuenta. Haber vivido como Tú el trabajo y el ministerio, caminando siempre al lado de los hombres y mujeres de tu Pueblo, habiendo podido colaborar contigo a cargar con sus cruces. Vivir contigo y como Tú… para también poder un día morir contigo y como Tú. Poder escuchar en ese último día tu voz pronunciando mi nombre.

 

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