Hoy votamos. Volvemos a estar de nuevo inmersos e unas Elecciones Generales con gran revuelo por varios motivos: la cuarta vez en cuatro años, la pobre lectura que parecen haber hecho nuestros políticos de los resultados electorales anteriores, el gasto económico… y así un montón de cosas.

Y hoy, escuchando algo de este tema político, me llamó la atención la palabra ELECCIONES, pero desde una óptica más personal.

¡Y es que nuestra vida está llena de elecciones!

Algunas de estas elecciones son más trascendentales (opciones de vida, profesión, amistades…) y otras elecciones, en principio, más insignificantes en el devenir diario.

Pero es importante que no nos engañemos pensando que con tomar las elecciones más trascendentes de nuestras vidas ya está. Al contrario, yo creo que donde nos la jugamos totalmente es en las elecciones que tomamos día a día. Es ahí, en la elecciones diarias, donde debemos de estar alerta para tomar los caminos adecuados que refuerzan las elecciones más importantes de nuestra vida. Seguramente en política pase lo mismo… son muy importante las Elecciones Generales pero no menos importante las elecciones que tendrán que hacer diariamente durante toda la legislatura (y ojalá las tomen con seriedad).

Pero volvamos a nosotros. Desde la mañana a la noche, estamos eligiendo entre vivir agradeciendo o exigiendo, esperanzados o agobiados, confiados o desconfiados, vivir dando o quitando, usando palabras que unan o dividan, ofreciendo gestos que crean puentes o los destruyen, actitudes que trasmitan misericordia o condena… y todo ello son elecciones personales que hacemos cada día y que tienen que ser independientemente de las circunstancias o situaciones que tengamos que vivir, no valen excusas.

Por ello cada día, según las elecciones diarias que tomemos, reforzamos nuestras decisiones más vitales y reforzamos nuestro compromiso de vida al estilo del Evangelio.

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