Somos pocos los que podamos decir que no tenemos preocupaciones rondándonos… Los adultos, pendientes del banco y la hipoteca, el cole de los pequeños… ¡y su futuro!, los problemas de mi pareja, la corrupción, Europa y las autonomías, la empresa… Los jóvenes, de nuestro futuro una vez que acabemos los estudios, cómo podré organizármelas para formar familia con quien quiero, la posibilidad de ir a otros países, mi formación… Los ancianos con las pensiones, la salud, la soledad, los nietos…

Y llegan las elecciones. Y parecería que algo tendría que pasar ¿no? Pero hay muchos a los que les cuesta entusiasmarse con las elecciones, cansados de promesas políticas vacías, de corrupciones que manchan a partidos de todos los colores. Cansan los teatros políticos que poco tienen que ver con las preocupaciones cercanas del día a día. Cansa la impotencia real de los partidos para encontrar soluciones a los grandes problemas de un mundo que parece cada vez más inevitablemente dirigido por los grandes capitales. Cansa la dificultad para ponernos de acuerdo ante temas cruciales.

Otros sí se apasionan tras ideologías oportunistas que se aprovechan de los acontecimientos más mediáticos para construir identidades que prometen grandes soluciones a los grandes problemas. Banderas, colores y discursos contundentes, impecables, clarividentes, en los que cada vez parece quedar más clara la línea que separa a sus amigos de aquellos que no lo son.

Muchos no lo tienen muy claro. Andan cansados de los políticos de escaparate. Cansados de discursos construidos sobre insultos que enfrentan a unas partes de la población contra otras. Cansados de la poderosa influencia de los gigantes económicos para marcar el guion que define el curso de decisiones multinacionales. Pero que sienten que la política tiene un papel determinante en nuestra sociedad, que mantenerse al margen es sinónimo de desentenderse, que su voz también tiene que ser oída y que la democracia que disfrutamos ha costado mucho a muchos que nos preceden.

Solo una papeleta. Es un mensaje demasiado pobre para recoger todas las preocupaciones que son importantes para nosotros y para la comunidad. Sería ingenuo pensar que una papeleta es capaz de solucionarlo todo; pero con esta papeleta todos, de algún modo, quedamos retratados. De si pensamos solo desde nuestros intereses más particulares, de si somos capaces de volver a creer en nuestros políticos, de si somos como veletas manipuladas por los rápidos tuits y las imágenes planificadas por los partidos, de si aceptamos los límites de este sistema pero queremos que nuestra voz no deje de ser pronunciada. Las elecciones no nos son inocuas.

Cáritas, con la autoridad de las miles de familias que acompaña, tiene algo que decir en este tiempo de elecciones; tiempo para mirar nuestra realidad, detectar los problemas importantes y reconocer que una sociedad humana no puede acomodarse mientras no sea capaz de dar respuestas a los más frágiles y los más pequeños. Y como Cáritas, otras instituciones, como las del sector social SJ –cada una desde su perspectiva y desde la realidad que conocen–. Vale la pena asomarse a sus propuestas políticas ante las elecciones del 28 de abril para construir una sociedad más justa. El Evangelio tiene mucho que decir a la política.

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.