La Iglesia aparece frecuentemente en los medios con el rostro crispado. Una iniciativa como el «Atrio de los Gentiles» pretende ofrecer un rostro relajado y amable, más cercano al compañero de camino que al de un prefecto de disciplina. Se trata de un intento de salir del templo y de hacer más grande y habitable el vestíbulo de la Iglesia, un lugar donde se pueden producir encuentros más gratuitos y más francos. En el origen de estas iniciativas hay que buscar un sincero intento de «diálogo con aquellos para quienes la religión es algo extraño y que, sin embargo, no querrían quedarse simplemente sin Dios, sino acercarse a él al menos como Desconocido», como declaró el Papa en ocasión de su visita a la República Checa en septiembre de 2009.

El comentario del Papa no se quedó en una piadosa consideración sino que incluía una propuesta concreta: «Pienso que la Iglesia debería abrir también hoy una especie de «atrio de los gentiles», donde los hombres puedan de algún modo engancharse con Dios.» El Cardenal Ravassi, actual presidente del Pontificio Consejo de Cultura, le tomó al Papa la palabra y se puso sin demora manos a la obra. Hasta el momento se han celebrado ya seis atrios de los gentiles en diferentes ciudades europeas como Bolonia, París, Florencia, Tirana, Palermo y, recientemente, Barcelona. No estaría mal que otras diócesis relajasen también la mandíbula y no tardasen demasiado en sumase al carro.

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