Hace unas semanas, comenzando el mes de junio, un joven del colegio, me preguntaba por el sentido de la devoción al Corazón de Jesús. Lógicamente respondí con toda la artillería que manejo. Él quedo respondido y yo, en aquel momento, satisfecho. Si bien es cierto, las respuestas a determinadas preguntas se cocinan a fuego lento, y la curiosidad de aquel chaval invitó a que mi respuesta haya hecho eco en mí hasta las vísperas de esta fiesta grande.
En el silencio de una iglesia de convento sevillano, cubierta de azulejos y refrescada con algunas macetas y un par de ventiladores, una monja de clausura esperaba sentada en un banco, frente al sagrario, el paso de una sencilla procesión del corpus de una parroquia cercana, que tenía parada en aquel convento centenario. Un saludo y un par de comentarios nos invitaron a charlar unos minutos en aquel enclave tan peculiar. Compartió conmigo sueños de juventud, grandezas de la historia de aquel lugar, el horizonte de la clausura, la soledad y el regalo de una vida dedicada al Señor. Aquella religiosa no tenía más que palabras de agradecimiento para hablar de su vida, una vida cerca del final, disfrutada entre aquellos muros, donde la plegaria cotidiana, el silencio y el olor a dulces hechos con fe hablan de lo cotidiano. A pesar de la soledad, de una entrega que hoy no encuentra relevo generacional, a pesar de las lógicas de este mundo, solo quedaba agradecimiento y mucha paz. Las campanillas de los niños nos recordaban que el Señor en la custodia entraba y tocó despedirse de aquella mujer con vocación de santidad y que, sin saberlo, me había regalado una sencilla catequesis acerca del Corazón de Jesús.
Los corazones se rompen y aunque en ese momento uno no sepa verlo, la vida sale al encuentro. Un buen amigo me hablaba estos días de unas heridas que sanaban, de un horizonte que se retomaba y de una ilusión que nacía con más fuerza que nunca. Y es que el amor tiene esa capacidad para no dejar de sorprendernos, siempre que uno viva su proceso y se abra a la sorpresa. Un noviazgo tardío que ensancha horizontes y saca sonrisas, que proyecta compromiso y que invita a un crecimiento que, en lenguaje ignaciano, charlando, concretábamos en el magis. Una relación de pareja que habla de Dios y la capacidad del Señor para salir a nuestro encuentro, especialmente cuando los protagonistas lo sitúan en sus vidas y el amor arraiga en compromiso, horizonte y servicio, sin grandes idealizaciones, sino como algo sencillo, cotidiano pero profundamente verdadero. Otra charla que se volvió catequesis y rescataba la pregunta por el sentido de la fiesta del Corazón de Jesús.
La enfermedad pesa, y aunque no todas las batallas se puedan ganar, merece la pena contar cómo se libran algunas. Porque hay gente que atraviesa desiertos siendo manantial para muchos, porque hay gente que comparte desde la serenidad del que se siente agradecido por cada día, que lo cotidiano lo hace regalo, y los días malos los comparten a la luz de una fe sencilla y sin teología, pero con la seguridad de saberse acompañado. Ese testimonio viene acompañándome muy cerca desde hace un tiempo y estos días, hacía eco de una manera especial. Porque la enfermedad y el dolor, puede ser escenario de una bellísima contemplación para alcanzar amor, y yo, sin buscarlo y sin entenderlo, voy descubriéndolo. Y ahí de nuevo, un corazón me habla de otro Corazón.
Así es como el mes de junio se ha convertido en un sencillo itinerario para profundizar en el Corazón de Jesús, una devoción que hoy quizás cueste aterrizar, pero que es expresión del amor que Dios manifiesta al mundo, que nos habla de una fe encarnada que se proyecta en la entrega silenciosa en un convento, en el amor que nace con vocación de proyecto y entrega, y en la enfermedad que te da verdaderas lecciones de vida.
El Corazón de Jesús nos recuerda que Dios no es indiferente a las necesidades del mundo, que acompaña una realidad que Él inunda, pero que a veces requiere de sencillas preguntas que nos inviten a descubrir, a nuestro alrededor profundas respuestas. Y así son los asuntos del corazón, de sencillas preguntas, y profundas respuestas. Feliz festividad del Sagrado Corazón de Jesús.