Me llamo Matías Hardoy, soy estudiante jesuita de filosofía, y tengo 24 años. Esta es la carta que le escribiría a mi yo de hace diez años:

«Querido Matu:

Te escribo desde acá, desde diez años más adelante, para decirte algunas cosas que en estos años he ido descubriendo y creo que te pueden ayudar.

Lo primero ¡animarte a perder un poco el miedo! Arriésgate más, sé más lanzado, anímate a buscar, a cuestionar, a preguntar más. Nunca se puede quedar bien con todo el mundo; confrontar no es signo de enemistad, sino de confianza profunda. Un poco más de rebeldía te vendría bien. Chocar contra alguna pared es parte de la vida, y nadie se ha muerto por eso. Equivocarse no es el fin del mundo, al contrario, es una enorme oportunidad de crecer y aprender. Incluso con la chica que te gusta, no tengas miedo. La intimidad y el cariño te van a enseñar mucho a querer y cuidar a otros, y a dejarte cuidar y acompañar.

Otra cosa: No te escondas tanto en la ley y el cumplimiento. Sé que recién estas conociendo a Jesús y te estas apasionando por él. Sé fiel a eso, que es lo que te va a dar una vida profunda y en abundancia. ¡Pero ojo con comerte el personaje! Que detrás del cumplimiento hay muchos miedos que gritan. Pregúntate siempre si esa vida interior te lanza a amar más, a estar más cerca de los pobres, a ser mejor amigo, hijo y hermano, a buscar el Reino no sólo en tu vida de oración y de parroquia. ¡Que a Dios se lo encuentra en la vida entera! En los amigos, en la familia, en el colegio, en la parroquia, en el club. El desafío va a ser ir afinando todos los sentidos para aprender a encontrarlo, allí, en la realidad como viene y en los desafíos por transformarla. Pero qué libre te va a hacer el saber que Dios habita la realidad y que podemos buscarlo y encontrarlo allí.

Lo último, sigue cuidando siempre las amistades y la familia. ¡Hoy me dan tanta vida! Sigue perdiendo el tiempo y disfrutando de compartir la vida con ellos. Aunque pase el tiempo y cada uno vaya buscando su camino y toque estar lejos, todo lo compartido sigue dando fruto y sigue creciendo, misteriosamente. Son ellos, los de toda la vida, los que siempre sostendrán, cuidarán y animarán tu caminar. Son un tesoro. Cuídalo.

Bueno Matu, rezo para que el Señor te siga llevando siempre de Su mano. Haciéndote cada día más hijo suyo y más hermano, profundamente humano y apasionado por la vida.

Con mucho cariño. Te espero aquí, en un tiempo.

Matu, sj.

Descubre la serie Consejos

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.