Queridos Reyes Magos: Perdonad, pero este año mi carta mi carta se va a salir un poco del molde de otros años.
He estado dándole mil vueltas a lo que pediros y al final me he dado cuenta de que solo quería una cosa: que llevarais un mensaje a Belén. Me encantaría poder ir con vosotros, pero sé que eso no está en mi mano. Si hay alguien que sé con seguridad que va a estar con él, sois vosotros.
Por favor, cuando veáis al niño, simplemente decidle: gracias (de parte de Jaime).
Gracias por el pasado. He crecido rodeado de personas que me han dado todo su cariño. Si hoy puedo decir que soy capaz de querer es porque ellas me han enseñado. Algunas de las más importantes ya no están, y aunque las echo mucho de menos y me encantaría poder tener con ellas todas las conversaciones pendientes que he ido guardando a medida que la vida se ha ido abriendo paso con sus incomprensiones, de alguna forma misteriosa siguen estando ahí. Las que quedan por aquí me siguen cuidando igual o más que antes. Mi abuela, con toda esa fuerza que sigue brotando entre la fragilidad, con su casa que fue y es mi casa y casa de todos los que vayan. Mis padres con su incondicionalidad y su constante esfuerzo por acompañar mis ritmos y vaivenes. Mis hermanos con su complicidad que nunca ha entendido de distancia ni de faltas de llamadas por teléfono. Todos mis tíos y tías que me criaron con sus mil formas de ser, distintos e iguales a la vez. Mis más amigos con los que descubrí y empecé a desentrañar esta apasionante vida nuestra. Los amigos que conocí al acercarme a las brechas del mundo y que con sus cicatrices me hicieron entender que merece la pena gastar la vida. Mis alumnos, mis amigos y amigas profes de los que intenté aprender a aprender. Las enfermeras que me enseñaron a llamar a la puerta de las habitaciones, a saberme también los nombres de los familiares y a aguantar a pie de cama hasta el final. Mis compañeros jesuitas de todas las horas. Y tantas, tantas otras personas.
Gracias por el presente. Tengo cada día un plato en la mesa y una comunidad que acoge con la que sentarme en ella. Tengo una agenda llena de personas que sé que no dudan en decir sí ante cualquier contratiempo, ante cualquier café de urgencia, ante cualquier proyecto, por inverosímil que sea. Tengo talleres a los que ir cuando falta inspiración. Tengo la posibilidad de estudiar y con quien estar en el pasillo en esas horas que a veces se hacen interminables. Tengo una capilla en casa y gente con la que rezar, incluso cuando no sé bien que decir. Tengo cerca personas con las que estar en silencio cuando hace falta. Tengo una guitarra, música y con quien compartirla.
Gracias por el futuro. Aunque no sepa lo que haya por delante. Aunque sea cada día más consciente de mis torpezas y cagadas. Aunque se desdibuje el horizonte a ratos. Aunque de vez en cuando no me guste y no esté de acuerdo con lo que veo. Aunque la impaciencia me juegue malas pasadas. Aunque siga intentando borrar de mi diccionario la palabra certeza y su larga lista de sinónimos. Aunque todavía se me dé mal saber traducir «confiar».
Un «gracias» llevado al portal es el mejor regalo esta Navidad. Aunque creáis que no, él entenderá.
Gracias,