Hay un reconocimiento de la gente que no lo da el dinero, la fama o el poder sino la humildad. Esto, que puede parecer un mero eslogan publicitario de poco calado, se ha vuelto a encarnar en la figura de Rafa Nadal. El que es el número uno del ranking mundial de tenis (ATP) no ha dudado ni un momento en arremangarse, ponerse las botas de agua y ayudar a sus vecinos achicando agua ante las lluvias torrenciales que han inundado Mallorca.

La fuerza feroz de la naturaleza nos recuerda nuestra pequeñez. Da igual el pasado que se haya vivido o el futuro tan prometedor con el que se soñaba, porque la realidad se antepone de una manera abrupta y cortante. Es entonces cuando surgen personas que sacan a relucir lo mejor del ser humano. No importan el número de cuenta, la popularidad o la profesión. Tan sólo la solidaridad tiene cabida entre tanto caos y desesperación.

Quién diría que ese joven vestido de azul y empujando una escoba es el más importante tenista de todos los tiempos en España. Quién diría que a ese joven le siguen millones de fanes en sus redes sociales y le admira más de la mitad de la población mundial. Que se codea con las grandes personalidades del mundo, y que tiene a su alcance aquello que desee. Quién diría que ese joven es una referencia para los niños que empiezan sus vidas deportivas y que, algunas veces, se dejan turbar por las cifras astronómicas que ganan. Quién lo diría. Pues sí, es él. Es Rafa Nadal. Uno de los mejores tenistas de la historia que se pone al servicio de las fuerzas de rehabilitación de la zona afectada por las inundaciones.

Qué lección más grande nos vuelve a dar el de Manacor al recordarnos que en esta vida hay que entregarse al máximo en todo lo que hacemos y tratar de ser el mejor, pero no a cualquier precio. No vale todo. No podemos dejar en la cuneta los valores que nos constituyen como personas, como seres humanos. No podemos olvidarnos de la solidaridad, la responsabilidad o la justicia en los momentos más difíciles para los que tenemos cerca. No podemos olvidarnos del compromiso social que nos vincula con nuestros prójimos, con nuestros próximos.

Quizá los brillos de la fama puedan deslumbrar a aquellos que siguen despistados tratando de agrandar su ego personal, pero hoy nos encontramos con el ejemplo, en la acción humilde y solidaria, de un joven que demuestra saber qué es lo importante y qué lo secundario.

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