«Hay personas en las que la parte consciente, visible y audible de su personalidad está saturada, incluso sobresaturada, de religión; son capaces de hablar de ella con un fervor a veces difícil de soportar. Pero cuando se las conoce mejor y se echa un vistazo a su interior, uno no puede reprimir la impresión de que su religión solo se siente en casa en la superficie, mientras que más profundamente, en lo que la psicología profunda llama el inconsciente y la biblia llama el corazón, son cerrados, fríos, egoístas, ‘impíos’.
Y, al contrario, con frecuencia puede uno encontrarse personas que irradian directamente la ‘gracia del corazón’, que realmente poseen un alma naturalmente cristiana –en expresión de Tertuliano– pero en las que, por algún motivo, esa luz interior no ha penetrado a la superficie, al ámbito consciente, de manera que esas personas se consideran no creyentes.»
Tomáš Halík ¿Deshacerse de Dios?