Estos días celebramos la entrada de Dios en la historia humana. Siendo Padre de misericordia siempre, quiso hacerse también Hijo de la familia humana y Espíritu que mueve la libertad de nuestros corazones. Es un tiempo para estar atentos a esta presencia trinitaria de Dios en el mundo, para celebrar su amor de Padre, para experimentar la cercanía de su encarnación constante en cada persona, y para aprender a dejarnos empujar por el soplo de su Espíritu. No nos dejemos arrastrar estos días por la inercia de una fiesta repetida cada diciembre, por la invitación al consumismo, por la simple celebración festiva de puerta cerrada y corazón blindado.

Desde el conocimiento que tenemos de los personajes de la natividad y también desde la sensibilidad que nos inspira cada uno de ellos, dejémonos invitar por Ignacio de Loyola y su contemplación del Nacimiento, en la segunda semana de los Ejercicios.
Imaginándose ante el Nacimiento, Ignacio se veía «como un pobre esclavito», contemplando el misterio sin pretender entenderlo y adorando la servidumbre humanizada de Dios deseando imitarla. Cada uno de los personajes allí presentes, incluido aquel esclavito, representa un modo propio de acercarse al misterio de la divinidad, de percibirlo como un mensaje personal que nos involucra de forma única y que nos invita a responder de acuerdo con nuestra disponibilidad más honesta.
¿Y tú? ¿Con qué figura del belén te identificas?

San José   La Virgen María   Los pastores 

El ángel  Los Magos  La mula y el buey

(Créditos de imagen: Collage digital a partir de varias obras del dibujante Opisso en TBO en los años 50 y 60. Ricard Opisso –1880-1966– fue ayudante de Antonio Gaudí en la confección de los planos de la Sagrada Familia de Barcelona)

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