¡Hola Dios! Empieza un nuevo año. Y lo primero que quiero es darte las gracias. Gracias por un nuevo año, una nueva oportunidad de hacer que este que entra sea fructífero, que cuente, que cuando lo cierre pueda decir que mereció la pena, que ayudé a quien lo necesitaba, que estuve ahí para los míos y para los otros, que haya podido dejar una huella buena en los que se crucen en mi camino…
Y sí, el año nuevo trae esas oportunidades, así que ahora toca pedirte ayuda para aprovecharlas.
Te pido que me ayudes a vencer la pereza. Esa que te hace quedarte en un sillón, mirando una pantalla en vez de salir al encuentro de los otros, a comunicarte, a echar una mano. Es tan fácil… no haces nada y listo… Uf, ¡qué día/tarde perdidos que luego me pesan tanto!
Te pido que me ayudes a salir de mi egoísmo. En esto, al menos eso creo yo, es muy fácil caer. O es lo que YO quiero, y si no a discutir. O es lo que a MÍ me apetece, o quita que me estás molestando. O es lo que YO he planeado, y o caras largas porque me cuesta adaptarme.
No quiero más de eso… la cosa es descubrir este año lo que quieres Tú… me da que eso puede cambiar las cosas… a mejor.
Y enganchando con esto, te pido un poco más de fe. De sentirte cerca. De que estas cosas que te he contado más arriba en mi carta, no me alejen de ti. Porque me terminan comiendo el tiempo, el día, la semana… la vida.
Y puesto que se avecinan cambios en el trabajo, casi seguro a peor, pero te pido que allá donde me toque ir, lleve una actitud de ayuda, acogida, humanidad. Que me llegue como una misión tuya. Sé que así lo llevaré mucho mejor.
Dame fuerzas para hacerlo de verdad y no quedarme en palabras. Sé que sentirte cerca me ha ayudado muchas veces. Sé que con tu ayuda puedo hacerlo.
Gracias por esta nueva oportunidad.
Un abrazo. Estamos en contacto 😉