Anna Muzychuk es una ajedrecista que ha ganado tres títulos mundiales en su disciplina. Aprendió a jugar con 2 años y con 6 ya ganaba campeonatos. Pero Anna no va a jugar el campeonato en el que podría revalidar sus títulos. Las razones las ha explicado ella en su muro de Facebook. Básicamente, como ella dice, no quiere ser una criatura de segunda. Y es que resulta que para jugar el campeonato, celebrado en Arabia Saudí, tenía que vestir una túnica determinada, cubrirse la cabeza con un velo y no podría salir a la calle sola.
Anna renuncia a la gloria de un posible nuevo título; renuncia también a ingresos económicos, pues es el torneo mejor pagado, aunque en el deporte femenino las ganancias son mucho menores que en el de varones. En su texto en Facebook Anna se lamenta diciendo que lo más triste es que a nadie le importa lo que las mujeres tienen que pasar, en su caso tener que aceptar normas humillantes. Estos días vamos viendo muchas reacciones, mucho reconocimiento, pero aun merece más. Anna nos ha dado una lección muy valiosa. No vale todo, no vale que miremos a otro lado cuando en un país las leyes declaran a las mujeres seres inferiores, aunque con ese país occidente haga grandes negocios y nuestros reyes sean amigos de los suyos. Ojalá el ejemplo de Anna y la indignación y apoyo de muchos hagan cambiar los criterios sobre los países que pueden acoger este tipo de torneos.

Anna no será la nueva campeona de ajedrez pero es una campeona de la igualdad. Anna ha dado jaque al patriarcado, pero este se recupera rápido y necesitamos a muchas campeonas para darle jaque mate.

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