En diciembre de 2015, Hernán Casciari, sufrió un infarto mientras se encontraba en Uruguay con su pareja en una casa que alquilaron por Airbnb. Los anfitriones, sin conocerlo demasiado y pasando por dificultades personales, lo asistieron llevándolo al hospital y donando sangre.

Más allá de la excelente narración, creo que la historia viene bien para estos tiempos que corren y nos invite a reflexionar cómo uno puede salvar al prójimo sin conocerlo (aunque sea en pequeñeces) y dejando de lado por un momento los problemas particulares.

Hoy en día, en muchos países, quedarse en casa es cuidar al otro. Ojalá que aunque no la estemos pasando bien podamos ser generosos y hacer el bien sin mirar.

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PastoralSJ
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