Hace unos días me decía una señora de la parroquia: «a este Papa se le entiende a la primera, sin que nos lo tengan que explicar los curas, y es que dice cada cosa que no le dejan a una igual». Se refería a cómo Francisco nos está cuestionando la manera en que vivimos nuestra fe, con ejemplos muy concretos. El sábado pasado nos lanzaba un tuit diciendo «A veces ni siquiera conocemos a los vecinos de casa: esto no es vivir como cristianos», con el que más de uno nos pusimos colorados, porque mira que es triste vivir sin conocer a los vecinos… pues nos pasa.

El domingo otro tuit cargadito: «Basar la felicidad en los bienes materiales es la mejor manera de llegar a no ser feliz.» Nadie reconocería que basa nuestra felicidad en las cosas materiales, pero todos fantaseamos con comprarnos el último macbook o smartpohne que ha salido, con viajar a ese sitio tan exótico, con comprarnos unas zapatillas de deporte nuevas aunque las que tenemos aún sirvan, o pegarnos una cenaza en ese restaurante que acaban de abrir.

Dicen que ya van surgiendo voces críticas dentro de la Iglesia, y no me extraña. Porque a todos nos fastidia que nos cuestionen nuestro modo de vivir si estamos acomodados. Ojalá que en vez de buscar justificaciones, estas llamadas de atención nos ayuden a mirar cómo vivimos para crecer en profundidad y autenticidad buscando la felicidad en su verdadera fuente.

 

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