Se cumplen 25 años de Pretty Woman. 25 años. Ahí es nada. Resulta que para muchos que la recordamos como el bombazo que fue, parece que se hubiera estrenado ayer, a pesar de que en realidad han pasado tantos años, y tantas reposiciones que ya hemos perdido la cuenta. Pero, al ver el dato, da un poco de vértigo. Porque 25 años ya es tiempo. Un cuarto de siglo. Unas bodas de plata. Muchos ni habíais nacido. Y, sin embargo, 25 años que se han ido. Volando.

En 1990, en España gobernaba Felipe González. Fraga se convertía en presidente de la Xunta. Nelson Mandela sería liberado ese año de su largo cautiverio político. Hubo mundial de fútbol, en Italia. Ganó Alemania, y de paso, los tres tenores dieron su primer gran concierto en las termas de Caracalla. En 1990 nacieron, entre otros, Jennifer Lawrence, Mario Balotelli, o Ricky Rubio. Fue el año en que Pérez Reverte publicó “La tabla de Flandes”. Antonio Gala ganó el premio Planeta con «El manuscrito carmesí». Y entre otras películas estrenadas ese mismo año, estaba “Bailando con Lobos”, “Uno de los nuestros”, “Solo en casa” o “Ghost”. Fue el año en que Mijaíl Gorbachov ganó el nóbel de la Paz y Octavio Paz el de Literatura. A Eurovisión aquel año fueron las Azúcar Moreno cantando aquello de “Tus ojos, bandido, robaron con cuentos…”

Y, ¿por qué contar todo  esto? ¿Es, sin más, un ejercicio de nostalgia? En realidad, se trata de pensar en el tiempo. En cómo es limitado, amplio y breve a la vez. En cómo es una riqueza de la que a menudo ni somos conscientes. Porque solo tenemos una vida, ni siquiera sabemos si larga o corta. Y tenemos el reto, y casi habría que decir la obligación, de vivirla con intensidad, de aprovecharla bien, de no dejar que se nos pase sin tomar muchas veces las riendas y las decisiones necesarias para elegir un rumbo que de verdad queramos seguir. Para hacer de nuestros días historias. De nuestros  pasos, caminos. Y de nuestras memorias, escuela para seguir avanzando, con otros, hacia un mañana (ojalá mejor).

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