Un grupo de estudiantes jesuitas de Chile y Perú, llamado Elicura, compuso este tema en los años 80, en plena dictadura militar, en medio de una gran represión, de muchísima dureza política, y con gran tentación a la desesperanza. La canción, con texto de Luis Távara, narra cómo Dios estaba presente ahí mismo, en medio del pueblo que lucha cada día por resistir la injusticia y mantenerse firme en su compasión.

Por la represión que se vivía entonces, la canción no pudo entonces difundirse en grande, fue algo clandestino. Representaba la esperanza de ver un país re-construido, de reconocer a Dios presente resistiendo con ellos, sufriendo con ellos. Fernando, uno de los jesuitas del grupo Elicura, subraya la frase de la canción que dice: «El Señor está al centro, dando la batalla con todo su fuego». Es en el Señor donde estaba la esperanza.

Ese es el canto de la fe que se vive de cara al pueblo de Dios, que se goza y se duele cada día en el trabajo y en la fiesta, en la acción y la oración. Ya no solo es el pueblo chileno de entonces o de ahora, sino todos los pueblos que nos han dado la fe y la vocación. Con ellos buscamos la fe y la justicia, en reconciliación. Prácticamente en este momento todos tantos pueblos americanos mantienen la esperanza en medio de situaciones difíciles, unos con crisis intensas, otras con dureza crónica; todos viendo desgastarse nuestra casa común y siendo estrujados por decisiones políticas y económicas que les son ajenas, pero que les complican la vida cada vez más. Queremos recordar que el Señor siempre se nos ha hecho presente en medio de este pueblo que trabaja y que celebra, en sus sudores, en sus luchas, y en su juego alegre. Eso nos han enseñado ellos y eso queremos cantar en esta canción.

El Señor está dando la batalla, y está animando con esperanza el corazón. «Yo te canto» es alabanza y memoria de que Él es el Señor que nos sacó de Egipto, es el Señor que estaba dando la batalla en la dictadura, y que es el Señor quien nos acompaña hoy a lo largo del continente. Y hasta los confines del mundo.

Hoy, en el día de la vida consagrada, tenemos muy presentes a tantos hombres y mujeres que, poniendo a este Señor muy al centro, lo abrazan con la pasión de toda su vida. Y hacen de su vida canto. Y de su canto buena noticia.

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