¡Cómo hablar de Ti! ¡Cómo expresar que estás vivo! ¡Que no eres un fantasma! 

Esta mañana al despertarme has vuelto a abrazarme con Tu presencia. Tú me has levantado, yo no tenía fuerzas. En mi comunidad, esta pequeña fraternidad de vida compartida, la vida me sabe a Ti, a Buena Noticia. A pesar de las injusticias y situaciones sin aparente salida, siempre tu Vida es más fuerte.

Miro el rostro de Mina y veo la resurrección. Cuando vino a casa hace un año no podía ni levantar la vista. Llegó encorvada, acostumbrada a sufrimientos, con un niño y una historia de sometimiento a sus espaldas. Ahora se ha puesto de pie, sus ojos brillan… No es que ya no tenga problemas, es que antes estaba muerta y ahora vive. ¡Hemos visto resucitar a tantas mujeres en esta casa!

Son los últimos, los que andan envueltos en pobreza (Mt 25,31-46) y no tienen un futuro mínimamente asegurado (ni comida en la nevera, ni un techo seguro, ni una familia cerca…) los que nos recuerdan una Presencia misteriosa: “Él cuida de mi vida”, “Él me da fuerzas cada día”, “¡Si no fuera por Él!”

Está vivo y camina en medio de nosotr@s. Lo puedes tocar, aún lleva las marcas de la cruz. ¿No te lo crees? Ven a contemplarlo con tus propios ojos.

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