De vez en cuando es necesario ponernos rojos y asumir que no somos tan buenos hermanos o amigos como pensábamos. Si somos honestos, en muchas de nuestras relaciones el saldo sale negativo. Unas veces es cosa de uno y otras de los dos, pero la realidad se impone y no cuidamos a nuestra gente tanto como deberíamos.

Perdemos la fuerza por la boca queriendo vivir a fondo y tiramos el partido en los detalles más tontos. No se trata de echar la culpa a la tecnología, sino de asumir que en ocasiones olvidamos el sentido de lo importante. Pero esta vez la publicidad se ha vuelto arte y nos ha dado una buena colleja en la conciencia.

Ojalá descubramos que las grandes historias no se viven a través de una pantalla. Porque la vida cobra sentido cuando se encarna en caricias y en miradas, en conversaciones interminables y en silencios elocuentes. En definitiva, en las veces que conjuguemos con obras y palabras el verbo amar.

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.