Somos casa del espíritu
«Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos» (Hch 2, 3)
Tu espíritu en mí, Señor… A veces no sé verlo. Pero en otras ocasiones siento de verdad que está ahí. Y me vuelca las entrañas ante el dolor, y me enternece con las cosas sencillas. Tu espíritu que me ayuda a reírme de mí mismo cuando me pongo imposible. Es presencia y cercanía. Si le dejo guiarme no me siento solo. A veces le silencio, pero sigue ahí, paciente, siempre, esperando. Está dentro de mí, sin anularme. Es compañía y refugio, fortaleza y misterio, emoción y tormenta.
¿Soy consciente de esa presencia de Dios en mi vida?
¿Lo siento así cercano alguna vez?
El Señor y tú
Y para qué buscarle por las tierras
con fatiga, con polvo,
por las tierras abiertas donde siempre es de día,
o por las tristes tierras que ya han muerto;
y para qué buscarle por los años,
desgarrando los días,
arrastrando la niebla,
las nieves del recuerdo,
las primaveras, como espadas de oro
si sé que está a mi lado,
si sé que tú le tienes…?
Como un ángel que ya no se acordara
de que lo es, y aún trajera el mensaje en su frente,
tú le tienes… detrás de ti se esconde
vive en ese paisaje
que hay al final del hondo corredor de tus ojos
José María Valverde
