Libres, en camino

«Liberados del mal os habéis hecho esclavos de la justicia» (Rm 6,18)

 

Hay una ligera tensión en esto de la libertad.  Se puede concebir (peligrosamente) como no atarse a nada ni nadie, tener siempre la última palabra, la última decisión, el paso final... Pero de ahí a convertirse en una falta de responsabilidad hay un paso ligero. Libertad no es poder siempre hacer lo que quiera, y dejar lo que no te gusta cuando se vuelve pesado  o causa disgusto. Antes que eso, es poder elegir algo por lo que apostar, y entonces ser capaz de luchar por ello, también en las horas difíciles. Disfrutar de las alegrías que te aporte, y saber vencer la zozobra sin rendirse.  “Valoro mi libertad”, dice, engañado, quien rehuye todo tipo de atadura, como si libertad fuese dejarse siempre puertas abiertas a la espalda. A veces hay que saltar al vacío. Es el salto lo que es libre, propio, maduro.

Pídele a Dios capacidad para comprometerte con alguna causa, con alguna gente, con alguna realidad.

Piensa con quién o con qué vives comprometido hoy.

Proposiciones

 

Propongo disfrutar esta jornada

inquientando tu gusto en dos sentidos

una palma que bate en tus oídos

y un cocodrilo verde en tu mirada.

 

Propongo que tu voz enamorada

se lance por caminos y veredas

anunciando; llegó la primavera

hagan suyo el crisol de esta morada.

 

Propongo compartir lo que es mi empeño

y el empeño de muchos que se afanan

propongo, en fin tu entrega apasionada

cual si fuera a cumplir mi último sueño

 

Pablo Milanés

 

PastoralSJ
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