El silencio que nos abre horizontes

«Bueno es Yahveh para quien en él espera, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Yahvéh»(Lam 3)

 

Vivimos muy deprisa. Tan rodeados de estímulos, ruidos, ritmos, voces… y sin embargo un poco a la intemperie, zarandeados, llevados de un lado para otro sin casi darnos cuenta. Empujados por las rutinas, seducidos por las novedades, inquietos por las carencias… 

Hemos de tomar las riendas de nuestras vidas. Saber a dónde vamos. Saber qué queremos. Buscar con criterio, para poder reconocer en el camino aquello a lo que aspiramos. Por eso tenemos que pararnos a veces. Callar. Y, en esa soledad, descubrir un horizonte que nos ayude a vivir en plenitud.

 

¿Tienes espacios de silencio habitado en tu vida?

Solitario invencible

 

Resbalando

como canasta de amarguras

con mucho silencio y mucha luz

Dormido de hielos.

Te vas y vuelves a ti mismo.

Te ríes de tu propio sueño

pero suspiras poemas temblorosos

y te convences de alguna esperanza.

 

La ausencia, el hambre de callar,

de no emitir más tantas hipótesis

de cerrar las heridas habladoras

te da un ansia especial

como de nieve y fuego.

Quieres volver los ojos a la vida, 

tragarte el universo entero.

Esos campos de estrellas

se te van de la mano después de la catástrofe

cuando el perfume de los claveles

gira en torno a su eje. 

 

Vicente Huidobro.

 

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