Tenían sitio en su vida

«Fueron aprisa, y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre» (Lc 2, 16)

Los pastores, y los magos, y quizás algún que otro caminante despistado. Los que se echaron al camino, o estaban fuera, y por eso mismo fueron capaces de reconocer a uno de los suyos. Los que no tenían nada que perder, y mucho que esperar. Los que supieron escuchar. Los que dejaron que el amor les guiara. Los que creyeron en las promesas.
Señor, lo curioso es que, aún hoy, en Navidad, uno escucha muchos anuncios, homilías, palabras que hablan de ti y de tu buena noticia. Se canta. Se reza. Se repite. Pero a veces no cala. Así que esta Navidad te pido estar atento a esos anuncios. Aprender a escucharlos como por vez primera. Descubrir su hondura, y su sentido. Te pido que me enciendas los ojos, que me abras las manos, y que me enseñes el camino para llegar al portal donde Tú me esperas, acostado en el pesebre.

  • ¿Dónde estoy buscando a Dios hoy?

Versión de Dios


En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su Verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.


Mayor que todo dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor Lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.


El Unigénito venido a menos
traspone la distancia en un vagido;
calla la Gloria y el Amor explana;


Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡versión de Dios en pequeñez humana!

 

(Pedro Casaldáliga)

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