El conformismo
«Se dio la vuelta, entristecido, porque tenía muchas riquezas» (Mc 10, 22)
La palabra conformismo suena mal. Evoca la falta de espíritu para luchar, para oponerse a lo que conviene derribar, para gritar contra el silencio injusto. Y ciertamente, hay que ser un poco inconformistas. Intuir nuevos caminos. Pelear. No hay que caer en una resignación derrotada, convencidos de que «Dios quiere esto» y ya está. Dios no quiere muchas de las cosas que ocurren, y ahí nos toca a nosotros imaginar otros caminos.
¿En qué me siento quizás demasiado conformista?
¿Por qué luchar?
Todos lo hacen.
Es lo que hay.
Nada cambia.
No puedo.
¿A quién le importa?
Es cosa de otros.
En su justa medida.
Qué más da.
Yo paso.
Sin exagerar.
Mañana.
No te líes.
¡Qué pereza!
No estoy seguro.
Quizás.
¿Hasta cuándo, Señor?
«Hasta que espabiles, hijo».
José María Rodríguez Olaizola, sj