Vale, ya no puedo más, te lo tengo que decir. No soy feliz. Echo de menos aquello que sentía cuando te conocí. Recuerdo con nostalgia el hormigueo que tenía en el estómago cada vez que pensaba y ti…¡y no te digo nada de cuando te veía andando por la calle! Pero ahora, ahora tengo 14 años, estoy aquí, a tu lado, y no soy feliz. Es más, TENGO MIEDO.
No entiendo por qué no puedo ir con mis amigas a dar una vuelta y tú sí que puedes hacerlo con tus amigos. No entiendo por qué tienes que controlarme el móvil cada vez que alguien me llama o me suena un mensaje de wasap. No entiendo por qué debo tener tanto cuidado con las cosas que me pongo para vestirme. Dices que lo haces por mi bien, que quieres protegerme, pero ¡me estoy asfixiando! ¡no puedo más! ¡déjame vivir que solo tengo 14 años!
Quiero gritar, correr, llorar, romper cosas… quiero esconderme y huir de tu lado, pero TENGO MIEDO. Tengo miedo cuando me hablas con desprecio, cuando me ninguneas, cuando me aprietas y me dices que soy tuya. ¿Es eso amor? ¿Acaso tienes que quererme así? Quiéreme de otra manera, por favor, quiéreme bien.
No me gusta cuando justificas lo que haces diciendo «¿Ves? Hasta la música de reguetón lo dice y tus amigas lo cantan y bailan», ¿qué más me da? Yo solo quiero que me trates bien, quiero que me escuches y entiendas que hay cosas que no quiero hacer. ¿Por qué me obligas?
Pero ahora estoy frente a ti, te miro a los ojos y no tengo fuerzas, no tengo valentía para decirte todo lo que pienso y siento. TENGO MIEDO. Aquel golpe que me diste tuvo que ser el primero y el último, pero no supe reaccionar y acepté tu abrazo como un perdón que, realmente, no te merecías.
Quiero sonreír, ¿sabes? Saber que la vida merece la pena vivirla porque la gente que está a tu lado te cuida y te quiere, te respeta y hace crecer. Pero ahora, aquí a tu lado, sin poder moverme porque estás revisando mi móvil, solo siento que tengo 14 años y mi vida no tiene sentido.