Si algo destaca del catolicismo en España es la gran tradición mariana que se extiende por todo el territorio y que se hace latente durante todo el año mediante diferentes fiestas patronales, ofrendas, romerías o los espectaculares pasos de Semana Santa dedicados a la Virgen. E iglesias que pasan el año vacías, se llenan para estas celebraciones y festejos.
Y es que prácticamente todos conocemos a alguien que, aunque no sea muy creyente, siente una especial devoción por María que es incapaz de explicar. Personas que llevan en el coche la cinta del Pilar aunque haga años que no pisan una Iglesia o que cada año salen de costaleros sin saber muy bien por qué.
Y aunque me parezca un fenómeno muy complejo de explicar por el carácter tan personal que tiene, creo que en gran medida esto se debe al carácter maternal que va asociado a la imagen de María. Y es que, a muchos nos puede costar mucho encontrar la imagen de Dios o de Jesús en nuestra realidad. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros tenemos la suerte de tener una madre que nos ayuda a sentir a María mucho más próxima.
Días como estos, dedicados a la Virgen del Pilar, son el momento perfecto para tomar conciencia de que tenemos una madre en el Cielo que nos quiere tanto como la que Dios nos ha dado aquí en la Tierra. Y también puede ser un buen momento para pedirle a María, que siga acompañándonos y sobre todo que no tengamos miedo a escuchar lo que nos tiene que decir.