- La ternura y el dolor que transmite son bellísimas. Sin ser una película con muchos artificios, cuenta una historia que ya vimos en Heidi (y de ahí el guiño del libro que Eibhlín – la prima de su madre – le mete en la maleta al final de la película) y también en Matilda, pero sin comicidad, sin ser grotesca ni fantástica. Sientes esa ternura y ese dolor porque Cáit es una niña buena, que sólo necesita cuidados y amor (lo que, en definitiva, necesita cualquier niño). Pero es que, además, la actriz que la interpreta (Catherine Clinch) hace que sientas que es verdad todo lo que ves. Esa mirada de disculpa continua (parece que se disculpa por existir) que poco a poco va cambiando a la mirada de una niña curiosa, que busca vivir gracias a los primos de su madre y no simplemente subsistir.
- Las imágenes están muy cuidadas, el desorden y la suciedad en una casa y el orden y la limpieza de la otra, que colocan o descolocan al espectador sin resultar de otra manera que no sea sutil, para que entiendas a Cáit y también, por qué no, a esos padres que no saben ni por dónde salir. O transmitir, por qué no, la paz de la casa de Eibhlín (aunque en esa casa haya una gran ausencia).
- Es la primera película de Colm Bairéad, director irlandés que con 40 años rodó esta preciosidad. A los que tenemos menos de esa edad, aún nos queda esperanza de poder hacer alguna maravilla que haga llorar mucho por la belleza que ha resultado.
Sinopsis
Cáit es una niña de nueve años que vive en el seno de una familia numerosa con bastantes problemas económicos en la que una madre embarazada y un padre alcohólico tratan de sacar adelante sin demostrar demasiado amor. Un buen día, deciden llevar a Cáit a casa de la prima de su madre para que se quede con ella y su marido hasta que nazca el bebé y empiece el curso escolar. Una película que, en 95 minutos, te cuenta todo lo que te quiere contar. Ni un minuto más, ni una palabra de menos (aunque muchos silencios e imágenes llenas de sentido). Y el espectador se queda sollozando en su asiento, porque no quiere que esta maravilla acabe. O sí, mejor que acabe como acaba.¿Por qué ver "The Quiet Girl"?
Para pensar
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Te invito a que te quedes pensando en todas las escenas y frases que te describo a continuación.
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Cuando Eibhlín baña a la niña. Cuando Cáit se sorprende porque el agua está caliente.
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«Una casa con secretos es una casa avergonzada, y aquí la vergüenza no tiene cabida».
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«Si fueras hija mía, jamás te entregaría a unos desconocidos».
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Cuando Cáit se hace pis en la cama. Ella mira a través del cristal de su ventana. Se siente avergonzada. Pero ya le dijo Eibhlín que en esa casa la vergüenza no tenía cabida, así que, la mujer, echa la culpa al colchón, por viejo. Y quita la culpa a Cáit.
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«Tienes mejor aspecto, sólo necesitabas que cuidasen un poco de ti».
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«Ella siempre busca la bondad en las personas y tiene fe en encontrarla».
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Repasa la escena en la que van a recoger a Cáit de casa de la vecina. Hay un «rescate», porque intuyen que hay algo que no va bien. Cáit pasa de que su padre biológico la deje en casa de unos familiares lejanos a que sean estos los que le demuestran preocupación y cariño. La están protegiendo.
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Ese amor transitorio de Séan hacia la niña que, aún en duelo por el dolor de una pérdida, va demostrando la importancia que tiene para él en su vida. Seán es un buen hombre y, cuando él se da por completo, puedes divisar ya una familia. Seán sigue siendo un buen padre.
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El final de la película (si no has roto a llorar como una magdalena). La niña se abraza a Seán y murmura algo. La niña dice lo más importante de toda la película.