- Porque Black Mirror sigue jugando, en cada episodio, con distintos géneros. En este caso, el suspense y el terror se ponen al servicio de la reflexión sobre la sociedad contemporánea.
- Porque este episodio lleva una carga crítica nada desdeñable sobre la incapacidad para la empatía, que sin embargo no permite maniqueísmos. El propio espectador se va a ver sacudido por las revelaciones del final del episodio.
