- Para darnos cuenta de nuevo de que es posible un cine hecho a otra velocidad, sencillo, profundo. La historia va cogiendo poco a poco si le damos tiempo, si dejamos que vaya desplegando su mensaje con calma.
- Porque, teniendo en el centro el tema de la muerte, no se recrea en el morbo ni en el sentimentalismo. Más bien se trata de una película sobre los efectos que la cercanía de la muerte puede generar alrededor.
- Porque uno tiene la sensación de que todos los actores están en su sitio, haciendo lo que tienen que hacer, encarnando a sus personajes de manera creíble y ajustada a la historia.
- Para contagiarnos de esos “destellos” que a veces produce la vida, también en sus momentos finales.
