Dos verbos que, en el fondo, vienen a decir que lo que Cristo vivió no fue un teatrillo. En los primeros siglos la fe cristiana encontró en la cultura griega un caldo de cultivo que favoreció su expansión. Con ello se fueron asumieron acríticamente rasgos de las divinidades griegas. Uno de ellos era la “apatheia”, dado que el sufrimiento sería un rasgo de imperfección, impropio de un dios.

Confesar que Cristo padeció es hablar del “pathos” de Dios mismo: un corazón que siente como nosotros y con nosotros. Padeció el dolor físico, la angustia del rechazo, el miedo de la incertidumbre, la tristeza del abandono, etc. Y no era por aparentar ni por “postureo” que atrajese la compasión de quien lo veía. Sufrió de veras. Hasta morir. Por eso fue sepultado. No se echó una siesta de un par de días, sino que su cuerpo dejó de tener vida y todos creyeron que la cosa había terminado. Sabemos que Dios tendría después una última palabra, pero Jesús no jugó a “darnos un susto”, sino que murió del todo.

Y desde así puso de relieve que la salvación no tiene lugar negando el dolor o evitando la muerte, sino asumiéndolas y dejándose afectar por ellas. El Dios que hemos confesado como Todopoderoso, por amor, se hace vulnerable. Y gracias a esas formas verbales en pasado, hoy lo podemos conjugar en gerundio: Dios continúa padeciendo en tantos sufrimientos que sus hijos vivimos. Por eso, introducir ambas expresiones a la hora de profesar nuestra fe no es inocuo, pues nos marca una manera de vivir nuestros propios sufrimientos y nos señala un camino para acercarnos al dolor de los demás.

El sufrimiento siempre viene acompañado de la pregunta sobre el sentido y se convierte en interrogante para la fe, pues lo que para la razón puede ser misterio -desde la fe en un Dios padre bueno- puede convertirse en escándalo. Por eso, hablar de un Dios que no es indiferente o al que nuestros propios sufrimientos le afectan, acaba con ciertas espiritualizaciones del dolor que sólo genera angustia y culpabilidad. Y hace que el dolor –con todo su sinsentido- no sea capaz de vaciar la experiencia de encontrarse y saberse acompañado por Dios en él.

Te puede interesar

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.