Tu paso

A veces es el cuerpo,

siempre alerta

mientras duerme el alma,

el que recibe primero

tu llegada impredecible

en medio de la noche.

Has entrado sin ruido

en mi casa cerrada,

has distendido mis nudos

y has abierto el último balcón

de mis pulmones a la brisa.

Tu levedad de aurora

se ha encarnado por sorpresa.

Entonces mi espíritu despierta

y se da cuenta que has llegado.

Me dejaste tu presencia

encaminando tu visita

por mis huesos y memorias,

y ya te has ido en silencio

dejando mi ventana abierta

 a todo el sol de la mañana.

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