Quiero, Señor, en tus manos grandes,
dejarme moldear como arcilla cremosa,
dejarme abandonar en el amor.
Haz, Señor, que en este día
sienta que tú eres mi fortaleza,
mi refugio en los momentos de peligro.
Quiero vivir como un niño en brazos de su madre.
Cobijado como el polluelo
bajo las alas de su madre.
Déjame, Señor, que de verdad crea
que tú eres mi Padre,
que me cuidas más que al pájaro y la rosa.
Déjame acurrucarme en la noche,
en la ternura de tu inmenso cariño.
Ahora que todo parece una encerrona,
descúbreme que tú eres mi salida,
mi marcha sin retorno,
lo mejor que me ha ocurrido en mi vida.
Quiero dejarme en medio de la tarde que cae,
sintiéndome libre como el pájaro
que vuelve al nido.
Quiero dejarme en tus manos,
abandonado de todas las preocupaciones,
con el gozo de que tú me sostienes,
comiendo en la mesa de tu trigo.
Quiero abandonarme, pues sé que tú no fallas,
eres la fidelidad a la cita,
el gozo en medio del llanto,
la paz cuando están cayendo las bombas,
la alegría que nadie me podrá arrebatar.
Tú eres mi confianza, pues todo lo que me ocurre
sé que está pesado en la balanza del amor. Amén