Mi corazón es pobre, Señor,
yo me siento de barro;
soy como arcilla abandonada
que espera las manos
del alfarero.
Pon Tus manos, Señor,
Tu corazón, en mi miseria,
y llena el fondo de mi vida
de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Quisiera decirte lo que eres
para mí:
tú eres mi Dios, tú eres mi Padre,
tú me quieres.
Te estoy llamando todo el día.
Concede alegría a quien
quiere ser tu amigo,
que mi confianza
la he puesto en ti.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Yo sé que tú eres bueno
y me perdonas.
Sé que eres misericordioso con quien abre su corazón
a tu amor y lealtad.
Escúchame. Atiéndeme.
Te llamo.
Yo vengo a estar contigo
y a quedarme junto a ti.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Me callo ante tu presencia,
porque tú conoces lo íntimo
de mi vida.
Aquí estoy, Señor, con mi
corazón como es:
que no oculte nada a tus ojos abiertos.
Aquí estoy como arcilla fresca
esperando ser modelada por tus manos misericordiosas.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Tú eres grande. Tú haces maravillas.
Tú, el único Dios.
Enséñame, Señor, tu camino
y que mis pasos sigan tus
huellas con fidelidad.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Que mi corazón, sin dividirse,
sea todo tuyo.
Te doy gracias de todo corazón,
Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo
profundo,
y he experimentado tu
misericordia.
Me has librado de los lazos
de la tentación,
y he experimentado tu
misericordia.
Me has hecho revivir,
volver al camino,
y he experimentado tu
misericordia.
Protege mi vida. Sálvame.
Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres
piadoso y paciente.
Me alegro porque eres
misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme y a animar mi
corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro y moldéalo según la
grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.