Pregoneros y profetas

Cuando pase el mensajero

que no me encuentre dormido,

afanado en otras metas,

indiferente a su voz.

Que no sea su relato

semilla que el viento barre

o luz que a nadie ilumina.

Cuando pase el mensajero

que no le vuelva la cara

para esquivar su propuesta.

 

Se presentará en un libro,

en un verso,

o será estrofa de un canto

que me envuelva.

Vendrá, tal vez, en un amigo,

en un hombre roto,

o en el pan partido.

Le abriré la casa,

pondré en juego el corazón

y escucharé, con avidez,

sus palabras.

 

Y entonces

me cambiará la vida.   

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