Pobre recipiente para tan gran tesoro,
Un portal separado de una posada llena.
Carencia suplida por amor y pureza
Y fe que recuerda que es el Creador quien llega.
Pobre la visita de sencillos pastores,
Ofrendas de oveja blanca para el Cordero Inmaculado.
Oblación a Dios y de Dios por la salvación humana
Que distraída no acoge a quien viene a rescatarla.
Pobre recipiente para tan gran tesoro,
En Belén, Casa del Pan, se cuece en alimento.
En el altar se ofrece eternamente,
El mismo al que José y María arropan y protegen.
Pobre es mi corazón Señor que quiere hoy acogerte.
Pobre es mi fe, pues me cuesta creerte.
Pobres mis afectos que no te aman por entero.
Pobre, más que aquel portal, es mi vida.
Recuérdame Señor la ruta hacia el pesebre,
Enciende ese amor de niño que cantaba ante tu cuna,
Hazme comprender que buscas hoy también esa sencillez y esa pobreza,
Que maquillo y oculto entre tantas corazas con que me protejo.
Porque siendo rico, viniste pobre, en desproporción infinita,
Para que no tiemble ni tema ante tu grandeza.
Recuérdame que más pobre que el pesebre soy yo,
Y que estoy llamado a hacerme rico, con tu riqueza.
Dani Cuesta, sj



