En los caminos de la vida

Señor, los caminos de la vida

están llenos de sorpresas,

y más si vamos por la periferia

siguiendo tus huellas;

pues aunque tratemos de ocultarlos,

antes o después, se hacen presentes

quienes están condenados,

por nuestras leyes y costumbres,

a ser invisibles.

Danos tus ojos, tu corazón,

tus entrañas, tu empatía

y compasión más viva…

Y líbranos de pedirles y exigirles

lo que no les dignifica:

que cumplan nuestras leyes estrictamente.

Ayúdanos, Señor, a seguir tus pasos,

a dejarnos sanar para sanar a los hermanos…

Y si brota el agradecimiento,

que sea desde lo más hondo:

libre, sincero, espontáneo…

como el del leproso samaritano.

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