Dios nos eligió
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios.
Somos el vocabulario de Dios;
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios
con nuestra propia bondad,
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias.