Deja que te acoja

Deja que te acoja,

y nada te derrotará para siempre.

Yo soy el justo,

quiero liberarte y ponerte a salvo.

Escucho tu oración y te salvo.

Soy la roca de tu refugio,

el alcázar donde estarás seguro.

Yo soy tu peña y tu alcázar.

Te libraré de la mano perversa,

porque has puesto en mi tu esperanza

y has confiado en mí desde tu juventud.

Ya te apoyaba

cuando estabas en el vientre materno,

en el seno yo te sostenía.

Tu boca contará mi auxilio

y mi salvación, cada día.

Yo te he instruido desde que eras joven

y sé que ahora contarás mis maravillas.

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