Contradicción

Hoy Señor, vuelvo a sentarme a tu mesa.

Esta vez como Pedro.

El brabucón y cabezota de corazón noble.

 

Tu advertencia, seguramente, le traspasó el corazón

y la idea de negarte le llenaría de angustia y confusión.

Pedro, el primero de todos y, sin embargo,

el que hasta tres veces te negó.

El cobarde que huyó de tu mirada al salir del pretorio.

 

Pero Tú, Jesús, viniste a por las ovejas perdidas,

a por los pecadores que se sitúan arrepentidos al final del templo,

y no por los fariseos de los primeros puestos.

Y, por eso, vuelves a sentarte con Pedro…

Y conmigo.

Tú eres el Dios de la contradicción

y, por eso,

el Dios del perdón a Quien continuamente puedo volver.

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