Alfarero

Tú me has hecho, Señor, Tú el alfarero

de mi greda salobre y mi sequía.

Siento el trabajo de tus dedos, siento

rodar el barro, y tu suspiro escucho

aquí mismo, en los ojos, en el alma,

dentro del corazón, en cada dedo

de los pies; me vas naciendo. Aún

Tú me modelas; nunca

dejes de estar haciéndome, alfarero

de mi altura de sueños, de los días

que vendrán volanderos a mi frente.

Artífice de ayer, de mis raíces, 

con tu barro celeste de hace siglos,

creador de mi hoy, hazme mañana.

¡Qué gozo estarse siempre entre tus manos!

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