Casi recién estrenada la Pascua, vuelvo a mis obligaciones, al quehacer de cada día, a mi rutina. Hasta puedo decir que me he contagiado en parte de esa alegría del Resucitado, pero, ¿ha cambiado algo en mi día a día?. Estoy empezando a pensar en ello… y claro, Tú no descansas. No te tomas semanas de vacaciones, y aquí apareces, charlando conmigo, ¡y yo sin darme cuenta! Y no te limitas a quedarte ahí, no, ese no es tu estilo. Tu estilo es siempre mezclar tu mensaje con mi propia vida. Así que me preguntas: -“¿de qué quieres hablar?”. Y entonces, curiosamente, me quedo sin palabras. Y me doy cuenta de lo mucho que he hablado ya estos días y ahora soy yo quien se preguntasi he hablado lo suficiente de Ti.